Durante abriles, científicos y astrónomos de todo el mundo han estado buscando señales de radiodifusión provenientes del cosmos en un intento por comprender mejor el universo y despabilarse posibles indicios de vida extraterrestre.
Joel Balzan, un apasionado astrónomo de la Universidad de Película del Oeste Sydney (Australia) estaba realizando en la pasada primavera una observación rutinaria cuando notó un patrón peculiar en los datos recopilados por su radiotelescopio. La señal presentaba una serie de pulsos regulares con una frecuencia y amplitud inusualmente altas.
Al darse cuenta de la importancia de su descubrimiento, Balzan contactó rápidamente a la comunidad científica y compartió los datos obtenidos, siendo publicados en ArXiv.org, dependiente de la Universidad estadounidense de Cornell. La anuncio se extendió rápidamente y numerosos astrónomos y expertos en el campo se involucraron en el descomposición de la señal. A medida que se profundizaba en la investigación, se descubrieron características aún más intrigantes, que fueron .
Muy potente
La señal de radiodifusión era extremadamente potente y parecía originarse en algún zona del espacio profundo, fuera de nuestra galaxia. Su patrón de pulsos regular y en extremo organizado excluía cualquier explicación natural conocida, lo que llevó a la especulación de que podría ser de origen sintético. Esta hipótesis generó un gran debate entre los científicos, con teorías que van desde una radiodifusión de alguna civilización extraterrestre destacamento hasta fenómenos astrofísicos aún desconocidos.
Sin bloqueo, los científicos coincidían en que se trataba de un aberración natural, aunque no se pudiera identificar su origen. Algunos especularon que podría ser una señal de un objeto celeste extravagante como una sino de neutrones, un agujero enfadado, una supernova, una nebulosa o incluso una civilización marciano destacamento.
La señal de radiodifusión estaba ubicada a 20 segundos de curva del centro de la galaxia NGC 2082, localizada a unos 60 millones de abriles luz de la Tierra y con un diámetro de aproximadamente 33.000 abriles luz. “Presentamos observaciones continuas de radiodifusión de NGC 2082 utilizando telescopios ASKAP, ATCA y Parkes de 888 MHz a 9000 MHz. A unos 20 segundos de curva del centro de esta galaxia helicoidal cercana, descubrimos una fuente de radiodifusión brillante y compacta, J054149.24–641813.7, de origen desconocido”, escribieron los autores de un estudio recogido por la revista ‘Science’.
En pesquisa de información codificada
El equipo de científicos de la universidad australiana que estudió la señal asimismo investigó si había alguna conexión con otras observaciones previas o eventos cósmicos conocidos. Sin bloqueo, no se encontraron correlaciones claras, lo que aumentó aún más el ocultación que rodeaba a la señal.
Las investigaciones adicionales incluyeron el descomposición de la composición misterioso de la señal y la búsqueda de patrones de modulación que pudieran contener información codificada.
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A medida que los meses pasaban, las investigaciones continuaron y se realizaron esfuerzos concertados para vislumbrar nuevas emisiones de la señal. Sin bloqueo, hasta la vencimiento, no se ha vuelto a detectar ninguna señal similar. Esto ha llevado a algunos escépticos a cuestionar la autenticidad de la detección auténtico, mientras que otros sostienen que podría deber sido una transmisión única y no recurrente.
La misteriosa señal de radiodifusión captada por Joel Balzan sigue siendo objeto de especulación y estudio. Aunque aún no se ha llegado a una conclusión definitiva sobre su origen, su detección ha reforzado el interés y el entusiasmo por la búsqueda de vida más allá de nuestro planeta. Sea cual sea su explicación final, esta señal nos recuerda la vastedad del universo y la posibilidad de que estemos acompañados por otras formas de vida en el cosmos.